miércoles, 10 de noviembre de 2010

Encajara en cuchillo más profundo y en un órgano importante tiene sus beneficios. Me deje caer sobre el filo y aun cuando sentí frio y me estremecí decidí continuar de forma deliberada y hasta descarada. Ya llore, ya me queje, ya me azote. Ahora estoy curada de espanto.

Necesito un cambio de peinado, una nueva sonrisa, una nueva compañía, abdomen y piernas marcadas, una víbora en mi brazo, 13 años de mala suerte y un gato con la cola y las patas al revés

Massive Attack revoloteo en mis células una vez mas y una vez más (joder!) me encontré a la familia indeseable en el concierto. Tan solo unas filas atrás de mí estaban como retrato del cuento de Horacio Quiroga “la gallina degollada” ahí los tres hermanos idiotas y la hermana ahora no solo degollada sino también obesa. ¿Está padre sentir alegría por la extrema gordura de la cuñada incomoda? ¿Qué mi ego de mujer sin celulitis y sin longas suba mi ego como leche sobre fuego?

Fue en el Corona Capital donde los encontré casi de enfrente, el cuñado guapo (el único de todos sus hermanitos) y ella, por completo irreconocible, con 15 o 20 kilos de más, espalda ancha y caderas estrechas. Yo con un toque de yerba cosecha casera en mi sangre y una vaso de cerveza en la mano derecha, me quede atónita, inmóvil, no podía creer, qué impresión que eso fuera mi amiga del CCH, ella tan delgada, tan flaquita y ahora convertida en algo que parece que se la comió. No sé si fue la mota pero hasta escalofríos me dio, no lo podía creer. Ahí me quede parada y ellos pasaron frente a mí, ni me reconocieron. Y Ahora una vez más me los encuentro en el Metropolitan (para variar) Estoy segura que así será hasta que la música y los conciertos se den en este país.

Lo sé, soy fría, vulgar y superficial