Solo basto unos segundos, un centímetro cuadrado, unos cuantos pixeles, un perfil que reconocí al instante para revolcarme, para sentir que me partía en dos, una gran necesidad de tomar el teléfono y llamar. ¡Demonio! ¡Demonio! Eso es lo que eres y yo una Eva en busca del paraíso de los tontos
Amaneció y tú seguías aquí, con tus bonitos ojos de barbaján. Si, aquí sigues conmigo y en mi océano que se llena de luz hasta en los más profundos rincones..
Me levanté a las 10 de la mañana. Me hubiera quedado más tiempo acostada pero mi espalda me estaba matando. Las diez horas adormecida ya estaban causando estragos en mi columna. No tuve más remedio que despegarme del colchón, también recordé con cierta angustia que tengo que llevar mi amplificador a arreglar pero ahora no tengo quien me acompañe para ayudarme a cargarlo y trasportarlo hasta el centro.
Menos mal que cuando estoy triste no pierdo el apetito. Termine mi desayuno y me sentí profundamente cansada con ganas de regresar a la cama de dormir un par de horas más. Con mucho esfuerzo fui por la escoba y barrí la casa, limpie la cocina y medio acomode la alacena. Tengo que lavar el baño y hacer un par de llamadas telefónicas, una de ellas a mi contador para que me de la maravillosa cifra que tengo que pagar por este año fiscal, menos mal que se atravesó la Influenza y se prolongo el plazo para pagar a Hacienda.
Pero por el momento no tengo deseos de nada. Se supone que a mi regreso de la playa iríamos al cine, haríamos el amor, saldríamos a caminar, nos abrazaríamos tan fuerte como para rompernos los huesos pero nada de eso ocurrió
A penas son las doce solo han pasado dos horas desde que me levante y ya quiero que anochezca, ya quiero dormir de nuevo y esperar a que sea un nuevo día