domingo, 8 de agosto de 2010

Sábado

Hace muchos años una buena amiga me llamo por teléfono, era sábado por la noche, me dijo que pensó que no me encontraría -¿por qué pensaste eso?- le pregunte -¡Porque es sábado! si yo tuviera tu edad ya estaría en una fiesta- Cabe aclarar que Cristina tenía como 70 años.

Cuando tenía 14 años me enfadaba que mi padre no me dejara salir a fiestas o que quisiera que llegara a casa a las once de la noche ¡No manches! Pero si a esa hora no han llegado ni los meseros. Decidí que eso cambiaria y que cuando tuviera la edad y la economía suficiente asistiría a todas las fiestas que se me dieran la gana. Por lo que ahora me pregunto ¿Por qué una mujer como yo, joven, soltera, con pasta en el bolso, sin compromisos, divertida y que gusta de bailar se queda en casa a escribir babosadas?


Ya son las doce de la noche y podría estar en el UTA celebrando el cumpleaños de Lady Pink al ritmo de Sister Of mercy, Electro, surf o cualquier otro género que el pincha disco del antro programara. ¿Se llama vejes? Pensándolo bien tampoco he sido muy fiestera, la verdad más bien soy una tipa que prefiere encerrarse a ver películas, leer o escribir, aunque quisiera ser la mujer reventón no lo soy, más bien me aburro fácilmente.


Hubo un tiempo en que imagine que un sábado por la noche estaría bailando con mis ojos adornados con espigas negras y tacones muy altos y brillantes que harían ver mis piernas más largas. Bailando muy pegada a él drogándonos con éxtasis o tachas, Seríamos puro amor. Y al llegar a casa iríamos directo a la cocina a preparar algo de comer pero como no hay nada mejor que atrapar al susodicho con las manos ocupadas y dándote la espalda mientras corta en rebanadas el pan, terminaríamos haciendo el amor. Pensé que podría ser una bonita costumbre, pero sigo aquí escribiendo.


También me llegue a imaginar con mis amigas de la prepa: profesionales, bellas, jóvenes, inteligentes, disfrutando de la noche, luciendo nuestra bonita ropa. Pero decidieron ser madres, esposas o esclavas del trabajo. Y me doy cuenta que se fueron y no tengo una amiga con quien salir a divertirme, la ultima vez la supuesta inseparable me dejo plantada a las diez de la noche, yo sola peregrinando de antro en antro. Cada día tengo menos amistades mujeres con quien ir a un concierto a escuchar un poco de música. Y con los cuates ni hablar, fiesta o sábado es sinónimo de empedarse. Qué hueva…


Alguna vez tuve catorce años y soñaba con ser autosuficiente. Una fuente inagotable de diversión y música. Pero termine siendo una fuente agotable de elucubraciones