lunes, 27 de septiembre de 2010

Memorias X

2006. Nunca he estado conforme con nada ni con nadie, todo se lo estaba llevando el carajo y yo estaba aburrida. La verdad, es que estaba aburrida de mi misma y necesitaba reencontrarme. Fue por un payaso del noroeste que me volví a sentir de 15 años. Que me hundí en unos hermosos tarros de miel. Que sonreía como una idiota, nerviosa como adolescente, tan miedosa de regarla. Todo era tan perfecto que no quería echarlo a perder, quería que ese sentimiento se quedara conmigo mucho, mucho tiempo. No quería atarme, solo quería apasionarme con la vida. ¿Cuántos pueden decir que el fondo musical de un amor es este?





2007. El peor año de mi vida. Primero mi tío más entrañable se fue, me cae el veinte de que deje ir a mi hombre por ciega y después mi papa fallece. Tres hombres importantes de mi vida desaparecen del mapa. Un año perdido. Nunca había llorado tanto, nunca me había sentido tan mierda y nunca había hecho cosas tan mierdas. Lo peor de mi salió y lastime a las personas que más quería. Sentía que el mundo se desmoronaba. Me sentía desdichada y miserable. A veces sentía tantas ganas de destruirme. Ese año se perdió en golpes y gritos





2010. fluye, fluye. Nada puede durar para siempre y yo soy un ser más consciente de mi misma y de lo que siento. Quizá un poco triste, pero ahora entiendo que esa es mi naturaleza y lejos de sentirme mal prefiero sacarle provecho. Esa soy yo, una tipa que sabe engañar a la vida. Tanta mentira termina por convertirse en verdad y convencer a cualquiera. Cada elemento que encuentras en tu camino es por algo, nada es casualidad, creo firmemente que cumplen un objetivo aunque sea minúsculo y agradezco cada persona que he encontrado en el mío.

Se cierran ciclos pero se abren otros. Este lo empiezo triste. Alguien importante decidió abandonar el camino amarillo, tal vez porque nunca encontró a OZ o porque termino de aburrirse de los miedos del espantapájaros, la frialdad del hombre de hojalata y la cobardía del león, todos ellos viviendo en mí.

Pero ya me estoy acostumbrando a esta depresión que me ha acompañado toda la vida y a los huecos en mi cuerpo. Después de todos estos años conmigo misma por fin me estoy entendiendo. En todo mi existir siempre ha habido dos hoyos: uno en el pecho y otro en el estómago. Pero ahora sé que son como esos hoyos negros del cosmos. Tan misteriosos y seductores.