sábado, 25 de septiembre de 2010

Memorias VIII

Hubo un tiempo es que fui completamente feliz. Me sentía plena y dichosa de todo lo que me rodeaba. Mis amigos, mi familia, la escuela. Y yo me sentía capaz de hacer cualquier cosa. Fue cuando ingrese a la Danza contemporánea. Una puerta más que se abría para mí con todas sus sorpresas, con toda esa música que me era completamente desconocida y por lo tanto fascinante. Un misterio que resolver, algo extraño que compartir. En esas clases no solo se dio mi primer acercamiento con mi cuerpo, con mi ser, conmigo misma, sino también con la música electrónica, celta, cantos guturales, música de la India, música de Japón. Unir esos dos elementos: música y cuerpo fue un click en mi vida. Fue cuando todo lo que me rodeaba tomo otro significado. Cada elemento, cada color, olor, sensación se hizo más profundo y mágico. Cuerpo-mente-música = vida; vida = universo.

Y aunque caiga en el lugar común de lo que más recuerdo de mis días sobre la duela es esto:

Cierra tus ojos y trata de ir contando una historia con tu piel.

Into the labyrinth. 1993



Decidida y cierta de que lo que me movía y mantenía viva era la música resolví entenderla, escucharla, sentirla y saborearla. No tenía dinero y no sabía ni dónde empezar. Ahora que lo pienso un poco no sé como llegue al coro de la maestra Lilia D’ Labra. Pero la verdad tuve mucha suerte. Ella fue otro puente para ese descubrir. Canto, técnica, Renacimiento, sinfonías, Belá Bártok,. Años antes cuando Sergio estudiaba música ya había conocido a Vivaldi, Mozart, Chopin, Beethoven y los de cajón, pero fue hasta que emprendí a cantar en el coro que comencé a entender la música



Qué curioso. Cantando a Revueltas y con mi atuendo Dark. De día en el coro y por las noches al primer festival oscuro, al concierto de Bauhaus en el Opera, a los performance de la SEMEFO en San Idelfonso, los performance en el Ex Teresa. El concierto de lacrimosa, el de London After Midnight. El autógrafo de Poppy Z. Britte. Las noches en las cantinas del centro, los infiernos, el tercio. Las caminatas nocturnas para llegar al Dada X.

Cuando anunciaron el concierto de Bauhaus no lo podíamos creer. Conseguimos los boletos y esa noche todos los amigos estábamos ahí reunidos con nuestros mejores atuendos. Llegamos temprano para alcanzar buen lugar y logramos colocarnos hasta adelante. Cuando apagaron las luces todos se volvieron locos. Entre empujones, trancazos y la pérdida de mis amigos llegamos hasta adelante. Fue delirante ver a Peter Murphy con su exquisita piel blanca cantando Double Dare. Una noche de verdadero terciopelo azul

Tal y como se ve en el video así fue esa noche de octubre de 1998