viernes, 18 de septiembre de 2009

No para de llover


Tras ver las imágenes de la balacera que hubo en la estación Balderas del metro de esta ciudad que tanto quiero me quedo claro que ya no tengo estómago para esas cosas.



Así de repente me entere que la razón de las dos horas que hice para llegar a mi hogar fue porque un tipo disparo y mato a otros dos hombres en plena hora pico y creó pánico entre los usuarios.


No es para menos, tan solo ver el video me creó un vacío en mi abdomen. La gente huyendo y el forcejo entre el asesino y el civil me dejo fría. Tuve miedo, miedo porque prácticamente todos los días paso por esa estación de metro, miedo porque pude haber estado ahí, terror de que un día un fulano se le hace fácil disparar sin ton ni son. Ver como cae el joven policía (21 años) y luego la segunda víctima, hombre de 51 años y padre de cinco hijos, en un acto verdaderamente ¿heroico? por tratar de detener al criminal me pregunto ¿qué mueve a una persona a enfrentarse con arma de fuego de por medio? ¿Qué impulso le tocó la medula? ¿En qué pensaba el señor cuando se levantaba una y otra vez sin lograr detener al agresor? Ese andén los conozco bien, conozco sus salidas ¡hasta sé que publicidad hay en sus muros!



Los cuerpos tirados, ahí donde he pasado un sin fin de veces, ahí donde he pisado, donde he esperado el tren. Los objetos personales del señor regados a los largo de pasillo, unos cuantos tratando de hacer algo intentando enfrentarse con el asesino pero ahuyentados como niños. Luego nada, sólo él y su pistola.



Quede pasmada, me dio tristeza, me dio escalofríos, no tengo palabras. No, ya no tengo entrañas para ver sangre. Reflexiono. Ya no tengo cabeza para leer los diarios y ver que ejecutan a jóvenes en Tijuana, que los soldados de este país asesinan civiles que su único error fue atravesarse en su camino. Que la justicia de este país es de burla y vergüenza, que Justina, la indígena Otomí, paso tres años de su vida en la cárcel acusada de “secuestrar” a seis agentes de la AFI (¡No mamen, pues que nos diga como lo hizo que ya quisieran muchos aprender esas técnicas dignas de oficiales Israelíes!) No es que quiera cerrar los ojos y fingir que no pasa nada, pero no le encuentro sentido enterarme de casos que se repiten una y otra vez, de injusticias que nunca se acaban. De que los necesitados están más jodidos que nunca y de que los culpables siguen libres. Esa historia ya me la sé, no deseo volverla a leer y aun cuando lo que paso hoy es otro cantar no deja de ser doloroso. A veces este país me lastima mucho.