domingo, 28 de junio de 2009

Sigue el camino amarillo

Soy terca como mi madre. Me tomé un capuchino acompañado de un muffin de chocolate, pero el domingo lo ameritaba, además llovía y no había otra cosa más inteligente que hacer más que ver a los transeúntes correr para evitar empaparse y yo sentada disfrutando de la bebida caliente. Sé a la perfección que esa combinación es mortal para mi defectuosa y endeble salud, la elevada cantidad de azúcar hace de las suyas y me deja con una taquicardia tremenda. Pero lo valen. De por sí ya había recibido grandes y muy buenas noticias que tienen que ver con mi futuro profesional y lo que me faltaba: Una madrugada increíble.

Nada fue planeado salió en el momento, una llamada y listo. No sabría explicar que pasó o lo que se movió en mí, pero todo cobro fuerza y cada ranura en el suelo, cada semáforo, auto, banqueta y el viento mismo cobraron un sentido casi mágico.

La idea de salir de fiesta en bicicleta después de casi… ¡glup! quince años parecía descabellada ¿cruzar viaducto a las 12 de la noche? ¿Y el casco? ¡Va! ¿Qué más da? ¿Y si pierdo el control? ¿Si me doy en la madre? ¿Si me estampo con un carro? ¿Si no logro frenar? Pasara lo que tenga que pasar –pensé-

-Si me caigo te ríes, ¿sale?

Salimos de la fiesta y no sé si fue la combinación piña-motis la causante de que me convirtiera en una niña de seis años pero de regreso di un salto cuántico. Ocre, café, gelatina de piña, vestido de florecitas rojas y holanes en las orillas, esa era yo, la temeraria que se lanzaba en patineta por las pendientes pronunciadas para demostrar que las niñas también podemos ante la mirada atónita de mis compañeritas. Ya había tenido esa sensación pero era momentáneo, casi imperceptible y fugaz como un escalofrío pero esta ocasión duro todo el viaje de regreso
Solo era yo, el camino coloreado de amarillo (y no precisamente para ir a ver a OZ) y mis seis años encima. Me sentí completamente feliz.

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-¿Qué hacemos?

-Podemos ir a tomar un café o té, un té o un café, si lo prefieres puede ser café y té… o mejor té con café, café-café; o ya sé: té-café-te

-¡Basta, basta! No me dejas escoger, son demasiadas cosas, no me das tiempo de pensar qué estaría bien, no puedo con todo, vas muy rápido.

-Solo trato de darte todas las opciones posibles para que tengas de dónde escoger. Tómalo con calma

-Con esta exposición me dieron ganas de ver la película de “El cavernícola”. Ese dinosaurio
parece un poco confundido, como que no sabe ni qué pedo. ¿De qué era geológica será este cajero automático?