miércoles, 3 de diciembre de 2008

I'm so happy 'cause today

Emoticón actual: chiflada

Me fui a San Luis pero no me lance al desierto, no me llama, creo que no tiene nada bueno para mi. Dicen los huicholes que el jicuri te escoge, de lo contrario te puede dejar loco. He conocido varias historias de gente que se queda en el viaje y otros que hasta terminan en el hospital. Mi amiga, la abuela Pili, me contó de un amigo suyo que quedo paralítico, solo tenía 18 años. Algo muy dentro de mí me dice que en este momento no es conveniente buscarlo, pues siento que tendría un final un tanto trágico.


Mi primera experiencia con hongos fue hace ya muchos años y digamos que fue muy “light” Todos se atascaron menos yo, así que fui la más “conciente” de todo el ritual. Fue divertido ver como todos se trasformaban en frutas o animalitos peludos trepadores de árboles. Antes de probar cualquier otra droga me metí un champi. Ni la marihuana había conocido, pero así siempre he sido o fui.


Cuando estaba en cuarto año de primaria, es decir, cuando tenia como ocho o nueve años, mis amigos y yo nos íbamos a casa de las hermanas Blanca y Fabiola a echar la chela. Ya para ese entonces con mi amiga Dora habíamos fumado los cigarros de su papa y le habíamos robamos un puro a su hermano mayor. La verdad me juntaba con mucho malandrín-bostik. ¿Se pueden imaginar a ocho niños de 9 años a lo mucho, bebiendo y fumando como todos unos profesionales? Pues ahí estaba yo, con mis amigas y amigos: Dora la lavadora, Fabiola, Blanca, el moroco topo, el pato, el borracho, el pinocho y el enano. Qué ternura de chamacos, todos hasta la madre de cerveza, viñas y si estábamos de suerte y alguien conseguía un bacardi pues también le entrábamos con singular alegría.


Es por eso que cuando entre a la secundaria ya no fue emocionante irme de pinta para beber algo. Por el contrario me convertí en una niña muy introvertida y esas cosas ya no me llamaban la atención. Mientras todos se volvían locos por un poco de alcohol y un cigarro yo andaba en busca de algo más interesante.


Hasta que llego Liliana a la escuela, una niña bellísima, no me creerían si les digo que se parecía a Brooke Shields, la chica de la película “La Laguna Azul”, tenía sus mismos ojos, delgada y larguita, con su cabello castaño y sedoso dejo a toda la escuela con la boca abierta. Pero lo mejor de ella eran sus primos. Sus padre y sus tíos habían sido músicos de la época de los sesenta, ya saben, el rock and roll y todo esa movida. Por consecuencia sus hijos gustaban de la misma onda y también tenían su banda. Liliana no sólo era bonita sino que era muy brillante y un desmadre contagioso. Hicimos click desde el primer momento. Fue una niña con la que me entendí en muchos aspectos. A los pocos días de conocernos me invito a su casa para ver ensayar a sus primos y a su hermano. Mi corazón de trece años se enamoro de todos ellos. Un día al terminar el ensayo propusieron ir al deportivo para jugar un poco de básquetbol (Liliana era excelente jugadora). Ahí uno de los chavos saco peyote en diferentes presentaciones: al natural, combinado de frutas y en infusión, este último fue el que probé pues había leído que en grandes cantidades puede provocar ansiedad y hasta delirio y yo no quería nada de eso. Qué locura, nada volvió a ser igual, me sentía como en una caricatura japonesa, me sentía larga, larga y muy ligera, podía flotar y mis pasos eran enormes, casi como si estuviera volando. Todos se tiraron al pasto pero yo seguí jugando y el balón nunca había sido tan suave como en aquel momento. Creo que jamás en mi vida había encestado tantas veces y con puntería tan precisa. Llego la noche y llegue tardísimo a casa. Mi padre me regaño pero de eso poco recuerdo. Me parece increíble que no se haya dado cuenta. No sé como logre llegar. Solo tengo recuerdos de que todos nos fuimos tomados de la mano por temor a ser llevados por el viento. Me dejaron en la puerta de la casa y creo que ellos se quedaron un rato más en el jardincito que esta frente a mi hogar. Aun oía sus risas y gritos desde mi cuarto y cuando me asome por la ventana los vi colgados en los pasamanos y en los columpios. Al día siguiente desperté tan de buen humor que había olvidado que mi padre estaba molesto conmigo pero no me importo el viaje iba y venia por ratos. Todos los síntomas desaparecieron hasta el tercer día según las escrituras.


Así comenzó mi carrera de drogas, todas naturales. No me hice adicta a ninguna, si bien la experiencia fue muy agradable estaba conciente de que solo era explorar y conocer, solo eso. No pasó mucho tiempo para que llegara la marihuana y el hachis. Había leído mucho sobre psicotrópicos, sabía de sus efectos y yo era una ñoña que le daba miedo engolosinarse con tanta alucinación. El mismo miedo y desconfianza que me hizo rechazar cualquier droga sintética, ni coca, piedra, tachas, ácidos, cochos y demás monerías del placer. Oportunidades hubo muchas, algunas se presentaron en charola de plata y buffet de pastillas mágicas. No me llamaban, pasaba sin ver. Y en el momento que decido que ahora si probare sin restricciones, nada de regalos o fiestas de perdición. ¡Vaya forma de negarme las sustancias!


Cuando pensé que los divertimentos de plano no llegarían, un amiguito me dio un regalo. –Es para ti- me dijo y su sonrisa dejaba ver sus dientes en hilera casi perfecta.


-Yo te enseño, es muy sencillo al principio parece un poco rudo meterse algo por la nariz pero en realidad casi ni se siente. Lo haré yo primero.


El niño desdoblo el papelito y formo una línea, tomo un billete de veinte pesos y lo enrollo como una tortilla, aspiro rápidamente y eso fue todo.


-ahora tu- Me dio el billete y saco otro papelito. Estaba emocionada y un poco nerviosa, ¡mi primera vez! ¡Tan grandota y tan ñoña! Aspire, el sabor era un poco amargo, la sensación no fue nada espectacular. De verdad fue sencillo. Eran las tres de la mañana. Platicamos hasta las seis y ninguna reacción en mi cuerpo ¿Eso es todo? ¿De esto se trata? ¿A caso lo timaron y le vendieron gato por liebre? El niño ya tiene bastante experiencia en esto, sabe con quien comprar y tiene su dealer de cabecera ¿Entonces? Bah! Me decepciono. Quizá tenga que buscar por otro lado. Sin embargo, mi filosofía es que esto tiene que llegar a mí y no buscarlo, entonces le daré la bienvenida y el proceso será mejor. Y en lo que eso sucede tendré que conformarme con estar bien puesta con mis nueces y uvas de toda la vida.



A Liliana y a mi nos fascinaba los mugrosos y pandrosos, por eso cantabamos esta canción:


I'm so happy 'cause today
I've found my friends ...
They're in my head I'm so ugly,
but that's okay, 'cause so are you ...
We've broken our mirrors
Sunday morning is everyday for all I care ...
And I'm not scared
Light my candles, in a daze
'Cause I've found god