martes, 3 de marzo de 2009

Lorenzo, Rafael, tu y yo

-Los gatos también se deprimen

-¿En serio?

-Si, lo acabo de leer en una enciclopedia. Si están en cautiverio aun con el cuidado y el amor de sus dueños pueden deprimirse porque su naturaleza es ser libres. Si viven en departamentos sin que les de la luz del sol, sin que sientan la naturaleza pueden tener ciertos comportamientos como miedo, estrés, ansiedad, se vuelven huraños y pueden llegar a ser agresivos

-Mis gatos son muy tranquilos

- Pues sí, pero he pensado que tal vez el carácter de Lorenzo se deba a que este triste. Cuando eso pasa necesitan estímulos

-¿Qué clase de estímulos?

-Ya no puede llegar a esa parte

-Pero ellos juegan mucho

-Lo sé

Seguimos cenando, tú con tu tarta de manzana y yo mi ensalada. Hay silencio que contigo es maravilloso, los demás comensales en su plática. Este lugar me gusta. Te miro y sonrío. Después de unos minutos, depositas la taza de café sobre el platito y de pronto dices

-eso me preocupa

-¿Qué cosa?

-Que los gatos estén deprimidos

Veo tu mirada se nubla

-Sé lo que es estar así y es de la chingada, es una sensa…


Tus ojos se vuelven cristalinos, tu piel cambia de color. Dejo mis cubiertos y te tomo de la mano. La mesa es grande y nos separa, quisiera abrazarte


-Pero no te pongas así, no te lo dije para que te preocuparas. ¡Ay, amor! ¡Lo siento!


Te ríes y en tus ojos hay lágrimas que se niegan a salir

-jajá, ¡no manches! Creo que estoy en mis días

-¡Mi vida! Tus gatos están bien en casa. Los amas, los cuidas, los alimentas; preferible a que estuvieran en la calle padeciendo


-pues si pero…ah! pobrecitos