Hay lecciones en la vida que te cambian TODA la vida. Algo ocurrió en 1996, no sé si fueron las estrellas, el cambio de horario, mi alegría, el mar, la escuela, la T.V o qué sé yo, que por azares del destino me encontré con la danza. En casa nadie baila. Mi madre evita mover “el bote”, Papa lo hacía sólo en ocasiones muy especiales y mis hermanos…esos ni hablar. Así que no sé qué mágica hada me acerco a la danza, específicamente a la danza contemporánea, pero fue un flechazo o mejor dicho un arponazo al corazón, se anclo, se incrusto, se poso cómodamente.
Fue una tarde de domingo que viendo canal 22 me tope con una mujer que hacia cosas hermosas con su cuerpo. Era ella sola y una mesa, no había más, ella y su vestido. Trasmitía ansiedad, delirio y sin embargo sus movimientos eran fuertes, sus manos y sus pies eran poderosos. No sabía del lenguaje que ella usaba pero me pareció asombroso. Un lenguaje desconocido y como si se tratara de un hechizo su nombre y sus movimientos se quedaron tatuados en mi cuerpo. No podía creer lo que veía, algo tan minimalista y tan complejo al mismo tiempo Algo despertó en mí que cuando me di cuenta ya estaba sobre una duela en mi primera clase de danza contemporánea, aunque mi único conocimiento al respecto era esa mujer de cabellos rojos, su nombre: Sylvie Guillem.
Entre al Taller libre de la Compañía de Danza “Tiempo de Bailar” que dirigía Vicente Silva Sanjinés, en la UNAM. El tiempo ahí se puede sintetizar en una palabra: RENACER.
Todo fue un festín de colores. Todo era nuevo, hasta respirar se convirtió en un suceso. Y no solo aprendí lo que mi cuerpo era capaz de expresar, descrubri las mil caras de la pasión, del dolor, del coraje, de la alegria, de la locura, la angustia, la perdida, la muerte, la vida, del espacio, las mil formas de amar, de tocar, de conducirme y trasportarme. Otras de las cosas maravillosas fue encontrar nueva música. Hasta ese entonces no conocía a Dead Can Dance ni a Love is Colder thant death, la música electrónica era un territorio poco explorado y la música experimental contemporánea ni idea de que existiera. Fueron tres años de autentica búsqueda de las infinitas y vastas capacidades de mi cuerpo y el de los demás. Nunca había tenido tanto contacto conmigo misma y nunca había estado tan en paz ni tan a gusto.
Recuerdo esos años con tanta añoranza que a veces me pregunto si no habré cometido un grave error por haber dejado ese lado de mi vida. Pues la abandone y hasta ahora no he regresado a pesar de que convivo con muchos bailarines. A veces pienso que no es tan tarde, no para bailar de forma profesional pero si por gusto y placer.La razón por la cual entre al taller de la UNAM fue por este trabajo titulado “México City” de Vicente Silva. Al estar sentada en ese auditorio me conmovió tanto y mi cuerpo no paraba de brincar que supe que por esos momentos la vida tiene chispa fue una revolución en mi vida...crucial.
Sylvie Guillem – Wet Woman
Vicente Silva / México City
Fue una tarde de domingo que viendo canal 22 me tope con una mujer que hacia cosas hermosas con su cuerpo. Era ella sola y una mesa, no había más, ella y su vestido. Trasmitía ansiedad, delirio y sin embargo sus movimientos eran fuertes, sus manos y sus pies eran poderosos. No sabía del lenguaje que ella usaba pero me pareció asombroso. Un lenguaje desconocido y como si se tratara de un hechizo su nombre y sus movimientos se quedaron tatuados en mi cuerpo. No podía creer lo que veía, algo tan minimalista y tan complejo al mismo tiempo Algo despertó en mí que cuando me di cuenta ya estaba sobre una duela en mi primera clase de danza contemporánea, aunque mi único conocimiento al respecto era esa mujer de cabellos rojos, su nombre: Sylvie Guillem.
Entre al Taller libre de la Compañía de Danza “Tiempo de Bailar” que dirigía Vicente Silva Sanjinés, en la UNAM. El tiempo ahí se puede sintetizar en una palabra: RENACER.
Todo fue un festín de colores. Todo era nuevo, hasta respirar se convirtió en un suceso. Y no solo aprendí lo que mi cuerpo era capaz de expresar, descrubri las mil caras de la pasión, del dolor, del coraje, de la alegria, de la locura, la angustia, la perdida, la muerte, la vida, del espacio, las mil formas de amar, de tocar, de conducirme y trasportarme. Otras de las cosas maravillosas fue encontrar nueva música. Hasta ese entonces no conocía a Dead Can Dance ni a Love is Colder thant death, la música electrónica era un territorio poco explorado y la música experimental contemporánea ni idea de que existiera. Fueron tres años de autentica búsqueda de las infinitas y vastas capacidades de mi cuerpo y el de los demás. Nunca había tenido tanto contacto conmigo misma y nunca había estado tan en paz ni tan a gusto.
Recuerdo esos años con tanta añoranza que a veces me pregunto si no habré cometido un grave error por haber dejado ese lado de mi vida. Pues la abandone y hasta ahora no he regresado a pesar de que convivo con muchos bailarines. A veces pienso que no es tan tarde, no para bailar de forma profesional pero si por gusto y placer.La razón por la cual entre al taller de la UNAM fue por este trabajo titulado “México City” de Vicente Silva. Al estar sentada en ese auditorio me conmovió tanto y mi cuerpo no paraba de brincar que supe que por esos momentos la vida tiene chispa fue una revolución en mi vida...crucial.
Sylvie Guillem – Wet Woman
Vicente Silva / México City