De la fortuna al infortunio
Me molesto porque se me da la gana, porque puedo hacerlo, porque no quiero acostumbrarme, no me apetece alinearme. Si tuviera un por qué o un para qué tendría peso y razón, lo meditaría un momento, pero como eres papalote engreído no tengo porque hacerlo.
Me molesto porque quiero ¿y?